Hay quien dice que hay que morir para empezar a vivir la vida (No me acuerdo si fue Marc Anthony o Celia Cruz, pero bueh (?)) y que las experiencias del camino son las que forjan el destino de una persona marcada para vivir su vida con diferencias.
Existen personajes a los que les sale todo bien a la primera. Otros aprenden a ser buenos y hay quienes nacen dotados de virtudes que se dignan a desperdiciar por rebeldía inmisericorde o simple desidia. Estos últimos son los que siempre serán relatados como “No, mira, yo vi jugar a Juanito Pérez, que ese sí que era crack poh, pero se metió en la noche y se perdió”, “Yo vi al hermano de Pedro López, era mucho mejor que este wn”, “Nah, el “Chueco” García era crack poh, llegaba con la caña del bar donde lo iban a buscar y hacía 3 goles igual”. Hay quienes descienden al necesario infierno para renacer de entre sus cenizas, de uno de ellos hablaremos hoy.
Corría el año 2003. Y un joven delantero de la Universidad de Chile hacia las delicias de los hinchas cada semana. Parecía que las preocupaciones de los fanáticos de quién heredaría el trono de Zamorano, recientemente retirado de la selección y del fútbol, no tenían razón de ser. Tenía destreza, tenía cabezazo, tenía despliegue y mejor aún, tenía personalidad. Era un cabro chico insolente que podía pasear a un central veterano por el puro gusto de humillarlo para terminar con un gol de chilena y salir corriendo a la cámara a gritarlo. De hecho, el mismo Bam Bam lo acogió bajo su tutela para mostrarle el mundo y sus ligas. Todo parecía empezar con el pie derecho.
El Inter ponía la papota para hacerse de su carta, pero precavidamente lo cedió al Chievo para que se adaptara al ritmo europeo y no fuera tan severo el salto. No todo era miel sobre hojuelas, le dijeron entonces que España podría ser su casa, además, había un chileno en el equipo (Contreras) que lo podría ayudar a acostumbrarse a la soledad de la distancia. No resultó del todo en Celta tampoco. Había que probar otra cosa.
Se dice que no siempre caminar hacia atrás es signo de retroceder, porque hay quien diría que irse a Portugal es un paso menor, casi un paso en falso. Pero un amigo apareció en su camino (Tello) para darle ánimos y acompañarlo a darse cuenta dónde estaba. Parecía todo encaminarse cuando llevó al equipo hasta casi rasguñar la cima de Europa en la UEFA, pero comenzaron las lesiones y el calvario parece nunca acabar.
Comienza todo a irse a la deriva, parece que el barco pierde el rumbo y se suceden las aventuras, las ciudades, los países, las experiencias que le dan el estatus de trotamundos. Hay quien lo llamaría un “baldosero” en el otro lado de la cordillera. De vuelta a España, no hubo caso en La Liga, probemos en Escocia entonces, tranquilo, el jefe te permite traer a tus amigos, te pone seguridad para cuidarte, no te preocupes, acá te tratan con cariño. No, tampoco resulta, comienzan los cuestionamientos, las crisis, el pánico, la depresión, el pensar en dejarlo todo, “pero cómo, si se supone que yo era la salvación, ¿no puedo entonces salvarme a mí mismo?”. Hagamos un esfuerzo, entonces. Mira, te llaman de Brasil, sigamos probando. Pucha, una lata, no resulta tampoco. No hay más. Hay que partir desde cero. Volvamos a casa, hay que rodearse de nuestros afectos, nuestra “madre” (?) siempre nos va a acoger y cobijar, nos va a proteger.
Cuando no hay más donde caer, sólo se toca suelo en el infierno, que hay entonces, la ignominia, el ninguneo, el desbande, “¿Qué de dónde quieren que juegue?, ¿de Chipre?, ¿pagan bien?, bueh, vamos, total, nada se pierde”. Oye, te noto más tranquilo, como que te surgieron las ganas de nuevo. Mira, estás de nuevo en la mira, hay que arriegarlo todo en una última aventura; es el todo o nada, si no es esta viejo, ólvidate de que fuiste la esperanza de todos. No, te pasaste. Te aman, te idolatran, te abrazan. Oye, recibimos el fax, te quieren ver de vuelta, para ver si estás disponible. A propósito, han seguido tu campaña y quieres que vuelvas a la cima, ¿viste que no fue mala idea lo de esta apuesta?.
Bien, maduraste, creciste, so-bre-vi-vis-te. Es hora de volver a arriesgarlo todo por tu destino. No hay otra oportunidad, ya no estás en edad de andar desperdiciando chances, los mundiales no dan segundas oportunidades a nadie. Aprovéchalo, te lo ganaste.
Primer entrega de la saga. Roberto Rojas