El fútbol chileno se encuentra sumido bajo un periodo de cambios significativos, referentes principalmente a la calendarización, los manoseados descansos, pretemporadas y formatos de torneos. Varios de estos ítems han dado continuos dolores de cabeza a la ANFP y a ese selecto grupo de 32 clubes, que finalmente son los que analizan, aprueban, desaprueban y efectuan lobby entre ellos mismos para que determinada propuesta rinda frutos. Esta especie de cofradía empresarial, casi en un 99,9% de los casos ha priorizado propuestas del tipo económico que no tienen un sustento real más allá de la calentura (?) por el billete.
Los recientes cambios en los diferentes torneos ciertamente han apuntado a un desarrollo del espectáculo deportivo. No es lo mismo que los clubes se rompan el culo en 17 fechas, entregando todo; que dejar todo a la suerte en 6 partidos finales en donde el que se levanta mejor es quien finalmente gana (y las otras 17 fechas son una siesta interminable).
No es lo mismo que exista una calendarización absoluta del semestre, a tener que armar todo durante el camino, entregándose a los brazos de la improvisación. No es lo mismo tener una copa local fuerte, con un buen premio y una publicidad adhoc, a tener una copa que sea más un estorbo que un aporte. Hace cinco años, el fútbol chileno estaba – de forma innegable – al otro lado de la vereda. Siendo incluso ilusos, se podría decir que este criticado grupo de los 32 se ha dado cuenta de sus errores a la velocidad de un pique de Juan González o un cruce de Ricardo Rojas, pero se ha dado cuenta y al fin han hecho algo al respecto.
¿Cual sería el problema entonces, si todo está mejorando?, básicamente que este ente que toma las decisiones ha comenzado a convertirse en un híbrido que lucha constantemente contra su responsabilidad de fortalecer el fútbol y su deseo innato de ganar más influencia. Ambas cosas parecen ser casi incompatibles, y hallar un equilibrio es muy dificil.
Puede pensarse que esto no es nada nuevo, ya que ha sido así desde siempre. También puede pensarse que esto no es en si un problema, ya que aquellos que invierten en un club deportivo (y por consiguiente, forman parte de este grupo de los 32), tienen todo el legítimo derecho de priorizar las ganancias por sobre la deportividad. Ambas son totalmente ciertas, sin embargo la existencia de ciertos gestos y el recelo con determinados temas, parecen contradecir este boom pro-fútbol expuesto con bombos y platillos por el directorio del Dr. Sergio Jadue Jadue en la última conferencia de prensa.
El caso de la exclusión de los clubes ANFA y de Segunda División Profesional de la Copa Chile 2013/14, que comienza a inicios de Julio, es un episodio más de los muchos desaires contra aquellos que no forman parte de este selecto grupo. El pánico que invade a los clubes de Primera B una vez que se toca el tema de aumentar los puestos de descenso, o el resquemor que provoca en los clubes de Primera el cuestionarse de forma seria si el tener tantos cupos de extranjeros por equipo, es realmente un beneficio para la actividad o un conveniente mecanismo para abaratar costos, por no decir ‘recorte’. Y así, suma y sigue; ya que los clubes de Segunda División – una división de la que aún no entiendo el porqué de su existencia – continuarán luchando por un título que no asegura nada (ahí está Iberia, un potencial campeón sin ascenso), la pirámide del fútbol chileno seguirá siendo una cosa amorfa con más clubes en Primera que en el ascenso, y los clubes con intereses creados continuarán siendo eternos (el ejemplo vigente es Copiapó, que de a poco se ha ganado el odio de sus rivales de turno).
El veto a la ANFA en Copa Chile podría considerarse un tema menor. Estos clubes por lo general quedan eliminados en la primera fase, y lo más seguro es que no existirá otro Deportes Ovalle en unos 30 años o quizás más. Sin embargo, el hecho de que ni siquiera tengan la oportunidad es un gesto potente en contra del espíritu de la competencia y lo que es el fútbol en las divisiones más bajas. Inclusive, esta misma copa se reinsertó en el mapa futbolístico chileno el año 2008, precisamente para integrar el fútbol a todo nivel, con partidos en Punta Arenas, en San Pedro de Atacama y hasta en Isla de Pascua.
Si el desarrollo futbolístico del que tanto habló el Dr. Jadue es el horizonte en el corto plazo; queda claro que el grupo de los 32 no ha visto que en una copa local juegan hasta los equipos de barrio, que el campeón debe tener un ascenso asegurado, o que los cupos no se licitan.
“Por la característica especial que tiene el inicio de la temporada y la periodicidad de los torneos tanto de Primera División como de Primera B, no está contemplado, y esto ya lo conversamos con ANFA y también con los clubes de Segunda División, que no participen en esta temporada de Copa Chile” (René Rosas, ANFP)
“Lo que opine un funcionario de una institución a mi no me incumbe, cuando me digan a la cara en la reunión de la Federación que la ANFA quedó fuera de la Copa Chile ahí les diré lo que realmente pensamos. Estamos inquietos, porque a nosotros nadie nos ha dicho nada, mientras que en los medios de comunicación hay una información que nos deja fuera de la competencia” (Justo Álvarez, ANFA)
No es el momento de hacer juicios, ya que todo sigue en una nebulosa. De las palabras de Rosas, se puede inferir que todo pasó por un tema de calendario (incluso es hasta entendible), de las de Alvarez se podria interpretar una falta de voluntad para integrar a los que no pertenecen al lote de los profesionales. Los segundo es más complejo de lo que parece, ya que sería el inicio de un fútbol mercado más despiadado, en donde lo que no genera utilidades debe ser extirpado de frentón.
Los detalles son los que consolidan el desarrollo de la actividad deportiva, y esto, sin ser un simple detalle; abarca mucho más que solo a 32 clubes. El antecedente está ahí.